Management de la eficiencia, un recurso para momentos de tensión
- 10/08/2019
- Posted by: inspiral
- Category: inspiración, interés general
Las lecciones de liderazgo pueden encontrarse en cualquier parte. No son necesarios libros, ni gurúes ni coaches. Basta observar para aprender. Por ejemplo, en el rally que se desarrolló en Córdoba, que culminó hace pocos días.
El viernes 28 de abril, el piloto norirlandés Kris Meeker, del equipo Citroën, estaba en el segundo puesto en uno de los tramos de velocidad, cuando comete un error. Su auto dio seis vueltas, aterrizando con las ruedas mirando el cielo, sobre una roca. No hubo daños personales pero el auto quedó destrozado. El techo abollado, los amortiguadores colgando como trapos, cristales rotos, etcétera.
En estas condiciones fue remolcado hasta el box de reparaciones y cubierto con una pudorosa funda, para evitar un espectáculo tan lastimoso. Pero para seguir en carrera, al día siguiente, debía ser reparado en no más de tres horas. Fue entonces cuando se inició el verdadero show, la danza de los mecánicos alrededor de esa mezcla de fierros entrelazados. Eran diez u ocho individuos (imposible contarlos con exactitud por la velocidad con la que se movían), cada uno encargado de una parte, ya sea el tren delantero, la chapa, el motor, las butacas y la limpieza de los cristales recién colocados.
Al iniciar los trabajos cada uno sabía lo que debía hacer. No hubo codazos, ni reproches, ni gritos. El director solo miraba y, de vez en cuando daba alguna indicación.
Nadie estaba nervioso. Por el contrario, ni siquiera se los veía apurados, sino concentrados en su tarea que consistía, nada menos, que en reconstruir un auto casi por entero, como si tuvieran todo el tiempo del mundo.
Cuando faltaba apenas un minuto para respetar las tres horas reglamentarias, el piloto se hizo cargo del volante, arrancó y llevó el auto andando y rugiendo hasta el parque cerrado, donde debía permanecer durante la noche. Hubo aplausos espontáneos, del público que fue testigo del proceso y de los propios mecánicos. Se lo merecían.
Recuerda la muy conocida anécdota de Picasso, quien se encontraba cenando en un restaurante. Una mujer le acercó un papel y le pidió que hiciera un dibujo para ella. En un minuto terminó su obra y se lo entregó, haciéndole saber que le debía 50.000 pesetas. La mujer, sorprendida le objetó el precio: “¿Cómo pretende cobrame esa cantidad de dinero si solo ha utilizado un minuto?” Picasso le aclaró el punto: “Es que me ha costado cuarenta años dominar la técnica para poderlo hacer“.
Vale la anécdota, salvando quizás alguna distancia, con la danza de los mecánicos. No es casual ni improvisado que en tan corto tiempo hayan podido reparar un auto destruido. Supone largas horas y días de entrenamiento, una rigurosa complementación entre los miembros del equipo y muy particularmente, un director que ha planificado qué hacer en una emergencia de semejante envergadura. No es suerte, ni es gratis y mucho menos casualidad. Es trabajo organizado.
Un buen management equivale a eliminar las urgencias, las confusiones y las ansiedades. La anticipación es la tarea central, aún en los casos extraordinarios, como lo son los naufragios. Un buen plan de evacuación evita daños mayores y es verdaderamente perjudicial desesperarse.
Si los mecánicos de Citroën se hubieran paralizado o hubieran hecho cualquier cosa de acuerdo con su inspiración individual, no habría sucedido que, en la mañana siguiente, el piloto Kris Meeker estuviera en el punto de largada.
Nota de: Jorge Mosqueira para La Nación.